El piso sucio y la luz prendida

by Enrique Winter

Ningún servicio es tan básico, ni la luz ni el agua

y si de noche la ciudad pestañea sus brillos

tanto mejor se ve a oscuras. El ojo se acostumbra a todo.

El viaje en bus durará algunos meses

se habituará a dormir sentado, al pan con jamón y al café,

a ser discreto como un lago

y no como esta lluvia sobre el techo de cinc.

Un poco de baba sobre la almohada

que diga “aquí durmió”

repetirá temas siempre variables

como el clima y su opinión del país extranjero,

porque usted está en contra de la belleza que se note

―que parezca agarrable como un plato:

Andrés lava su auto en un pasaje

de Lima, Monterrey o de Santiago,

su esposa es güera o rubia como un sable.―

El bus, en cambio, es un país donde están de paso todos,

un poco trasnochados y malolientes

donde nadie hace el amor ni en los asientos ni en los baños.

Dirty Floor and the Light Stays On

by Enrique Winter

No utility is that basic, not power and not water

and if the nighttime city blinks out its glow

we see so much the better in the dark. The eye can get used to anything.

The bus ride will go on for months

you’ll grow accustomed to sleeping in a seat, to bread and ham, to coffee,

to being discreet like a lake

not like the rain on this metal roof.

A little drool on the pillow

announcing “—slept here”

you’ll repeat constantly variable topics

like the weather and your opinion of this foreign country,

because you are against conspicuous beauty

—which looks there for the taking, like a dish:

Andrés washes his car on a private street

in Lima, Monterrey, or Santiago,

his wife is fair, blonde as a saber.—

The bus, on the other hand, is a country where everyone is passing through

a little sleep-deprived and beginning to smell

where no one makes love: not in the seats, not in the bathroom.

translated from Spanish by Mary Ellen Stitt
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