Tres cajas vacías
by Enrique WinterFilipino, bigote blanco y largo
Ya nadie viene al cementerio, Marco,
a excepción de ti, que hace cinco años
jubilaste y perdiste a un hijo sano.
Hoy barres tumbas como voluntario.
Tres meses sin la regla como los tres semáforos en rojo
Espera un hijo como quien espera el bus
a las cinco de la mañana. Un hijo
que morirá atropellado como Marco Antonio Vidal Parraguez,
muerte de la cual nos enteraremos quince días tarde.
El cuerpo un recipiente de pisco y líquido amniótico,
porque le parece obvio no haberse embarazado:
tres meses sin la regla como los tres semáforos en rojo
que Marco cruzó antes que tumbaran su cara de NN
viviendo mientras tanto.
Cuarenta y cinco años, calvo: treinta y cinco atendiendo
a esta familia que vota por el enemigo y cría
a quien quiere encamarse con la futura madre,
que de las drogas duras va y vuelve al alcohol
como un columpio con un niño.
Tu tenías uno, Marco, pero de eso nunca hablaste.
Dos bajo el par
Se suicida un amigo allá en Colombia
y en la noche de plaza a mi pareja
la bendicen las manos vagabundas
con la caja de vino. Flota mares,
como muerte navega acompañada,
llegó a esta pieza y no se irá tan fácil.
No puedo hacer el amor entre muertos:
Patricio Hernández, profesor de nado,
más Alejandro Galvis, el poeta,
son desde hoy puñado de cenizas,
como las del cigarro que ella apaga
conmigo en los moteles de Santiago.
Three Empty Boxes
by Enrique WinterFilipino, long white mustache
No one comes to the cemetery anymore, Marco
but you, who five years ago
retired and lost a healthy son.
Now you sweep graves as a volunteer.
Three months without a period like three red traffic lights
She’s expecting a child like someone waiting for a bus
at five o’clock in the morning. A child
who will be trampled to death like Marco Antonio Vidal Parraguez,
a death we’ll learn of fifteen days too late.
Her body a receptacle for liquor and amniotic fluid,
because she’s sure she couldn’t be pregnant:
three months without a period like the three red traffic lights
that Marco ran before they struck down his anonymous face
living while life passed him by.
Forty-five years old, bald: thirty-five serving
this family that votes for the enemy and brings up
a son who wants to lay this future mother
who goes from alcohol to hard drugs and back
like a child on a swing.
You had one, Marco, but you never spoke of that.
Two under par
A friend commits suicide back in Colombia
and in the plaza’s night my lover
is blessed by vagabond hands
with a box of wine. It floats across seas,
as death sails accompanied,
arrives in this room and won’t leave so easily.
I can’t make love among dead bodies:
Patricio Hernández, swimming teacher,
and Alejandro Galvis, the poet,
are now a fistful of ashes,
like those from the cigarette she puts out
with me in the motels of Santiago.
translated from Spanish by Mary Ellen Stitt